martes, 12 de marzo de 2013

Mis memorias las guardo en tu cuerpo


Sé que no te gustaba la noche
ni las palabras que escribía sobre sus horas,
rechazabas tajantemente los versos sobre tu cintura
o la comisura de tus labios.
Me dispuse a relegar cada uno de mis pensamientos
a la animadversión que tenías por los mismos
y entonces nació la poesía
oculta detrás de tu mirada
de tus palabras frías
remotas y llanas
casi inexistentes.
Mi pluma peleó a la noche
con el día.
La canción soñada
era una puerta ardiendo en tu ausencia
y en tu silencio
pero nunca en tu olvido.
Guardé tanto de mí en ti
que sabía
no podrías olvidarme.
Pagué con intereses
el llanto depositado en tu cuerpo intangible
alejado de estos ojos bordados de desvelos,
albergué los últimos diez mil poemas
y calamidades
detrás de tu nuca y en tus pantorrillas
te arropé de pesadillas el sueño
y fantaseé con la promesa de verte regresar
de entre la niebla,
de verte recordar cada una de mis palabras
y callarlas todas
y fundirlas todas
en ese beso
que prometí
sería el último
que escribiría. 

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